En los últimos años, cada vez veo más pacientes que llegan a consulta con molestias digestivas que no tienen explicación. Han pasado por múltiples pruebas, han descartado celiaquía y alergia al trigo, pero los síntomas siguen ahí: hinchazón, gases, cansancio constante o esa niebla mental tan difícil de describir. En muchos de estos casos, la clave está en un diagnóstico que todavía es poco conocido: la sensibilidad al gluten no celíaca.
Qué es la sensibilidad al gluten no celíaca

La sensibilidad al gluten no celíaca (SGNC) es una condición en la que aparecen síntomas al consumir gluten, pero sin cumplir los criterios de celiaquía ni de alergia al trigo. No hay daño intestinal típico de la celiaquía ni reacciones alérgicas inmediatas, pero el malestar es real.
Lo curioso es que los análisis suelen salir normales, lo que genera mucha frustración. He visto a pacientes pasar años sin diagnóstico, sintiéndose incomprendidos, hasta que prueban una dieta sin gluten y notan un cambio drástico en su calidad de vida.
Síntomas más frecuentes en la intolerancia al gluten no celíaca
Los síntomas de esta condición son variados y van más allá del aparato digestivo:
- Dolor o hinchazón abdominal
- Gases y digestiones pesadas
- Diarrea o estreñimiento recurrente
- Cansancio crónico
- Dolor muscular o articular
- Niebla mental y dificultad de concentración
- Dolores de cabeza
En consulta me he encontrado con personas que no entendían por qué estaban siempre agotadas o con problemas digestivos a pesar de que “comian sano”. Al retirar el gluten, en pocas semanas recuperaron la energía, mejoraron sus digestiones y hasta su ánimo cambió.
Cómo se diagnostica este tipo de sensibilidad al gluten
No existe una prueba de laboratorio definitiva para diagnosticar esta condición. El proceso suele ser por exclusión:
- Descartar celiaquía y alergia al trigo.
- Realizar una prueba dietética, retirando el gluten bajo supervisión.
- Observar la mejoría de los síntomas y, si es necesario, reintroducirlo para confirmar la relación.
He acompañado a muchos pacientes en este proceso y sé lo revelador que puede ser. Cuando los síntomas desaparecen al eliminar el gluten, el cuerpo habla por sí mismo. Yo mismo, en una etapa en la que sufría molestias digestivas frecuentes, decidí probar a reducir el gluten y experimenté una mejoría clara. Esa vivencia personal me hizo comprender mejor a quienes llegan a mi consulta con la misma situación.
El papel de la dieta sin gluten en la mejoría de los síntomas
El tratamiento principal es una dieta sin gluten bien planificada. Esto no significa simplemente dejar el pan y la pasta, sino aprender a identificar todas las fuentes de gluten oculto en alimentos procesados.
En mi experiencia, la mejor estrategia es hacerlo acompañado de un profesional para evitar deficiencias nutricionales. Cuando un paciente empieza este camino con apoyo, los resultados son evidentes: menos inflamación, digestiones ligeras y un aumento notable de la vitalidad.
Un enfoque de medicina integrativa para la sensibilidad al gluten
Desde la medicina integrativa, no nos centramos solo en quitar el gluten:
- Trabajamos la microbiota intestinal, clave para la inflamación y la digestión.
- Cuidamos el manejo del estrés, que puede agravar los síntomas.
- Incorporamos suplementación y fitoterapia cuando es necesario.
- Fomentamos hábitos que regulan el sistema inmune y digestivo, como el descanso de calidad y el ejercicio moderado.
He comprobado que cuando se aborda de manera global, el paciente no solo mejora sus síntomas digestivos, sino también su energía, su estado de ánimo y su calidad de vida en general.
Diferencias entre celiaquía y sensibilidad al gluten no celíaca
Una duda frecuente en consulta es: ¿en qué se diferencia la celiaquía de la sensibilidad al gluten no celíaca?
- Celiaquía: enfermedad autoinmune, daño intestinal comprobable en biopsia, anticuerpos positivos.
- Sensibilidad al gluten no celíaca: no hay daño intestinal ni anticuerpos, pero sí síntomas relacionados con el consumo de gluten.
- Alergia al trigo: reacción inmediata mediada por el sistema inmune, con riesgo incluso de anafilaxia.
Conocer estas diferencias es clave para no confundir diagnósticos y poder dar al paciente la mejor orientación.

Conclusión: escuchar al cuerpo y confiar en sus señales
La sensibilidad al gluten puede ser invisible en pruebas médicas, pero no lo es para quienes la padecen. Lo importante es escuchar al cuerpo y no normalizar síntomas como la fatiga constante, el dolor abdominal o la niebla mental.
Mi recomendación es clara: si sospechas que el gluten puede estar afectándote, busca acompañamiento profesional, prueba una dieta de exclusión controlada y observa la respuesta de tu organismo.
Porque muchas veces, el simple gesto de escuchar lo que tu cuerpo te dice es el primer paso hacia una salud más plena y consciente.