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Estrés y sistema inmune

Índice

cómo se conectan y qué hacer para cuidarlos

Vivimos en una época en la que el ritmo de vida no da tregua: prisas, preocupaciones, exceso de pantallas, falta de descanso… Todo esto se traduce en una palabra que todos conocemos demasiado bien: estrés. Lo que muchos no saben es que ese estado de tensión constante no solo afecta a la mente, sino que también debilita el sistema inmune, dejándonos más expuestos a infecciones y desequilibrios.

Cómo afecta el estrés y el sistema inmune

Chica con estrés y sistema inmune agobiado

El organismo está preparado para soportar picos de estrés puntuales: una respuesta rápida que nos ayuda a adaptarnos. El problema aparece cuando ese estado se mantiene durante semanas o meses. El estrés crónico altera la producción de cortisol, la hormona que regula la inflamación y que, en exceso, bloquea la función de nuestras defensas.

En consulta he visto cómo personas con estrés prolongado empiezan a enfermar con mayor frecuencia: resfriados que se repiten, digestiones más pesadas o brotes de problemas autoinmunes que parecían estar controlados. Es como si el cuerpo se quedara sin energía para protegerse.

Estrés crónico y enfermedades: la relación silenciosa

El sistema inmune debilitado por el estrés no responde igual frente a virus y bacterias. Por eso, no es raro que en periodos de alta presión emocional aparezcan más gripes, herpes, infecciones urinarias o problemas de piel.

He acompañado a pacientes que, tras la pérdida de un ser querido o en etapas de sobrecarga laboral, desarrollaron síntomas recurrentes que no tenían explicación aparente. Al abordar la gestión del estrés de manera integral, esos episodios fueron reduciéndose poco a poco.

Estrés, defensas y salud digestiva

Un punto clave en esta relación es la microbiota intestinal, ya que buena parte del sistema inmune se encuentra en el intestino. El estrés altera la flora bacteriana, generando más inflamación y menor capacidad defensiva.

Yo mismo, en momentos de gran estrés, he sentido cómo mi digestión se volvía más lenta y pesada. Al recuperar la calma y ordenar mi rutina, esos síntomas mejoraron, confirmando lo que siempre he visto en pacientes: cuando la mente se relaja, el intestino también lo hace y las defensas se fortalecen.

Cómo reforzar el sistema inmune frente al estrés

Aunque algunas veces cuesta eliminar el estrés por completo, sí podemos aprender a modularlo para que no afecte a nuestras defensas. Desde la medicina integrativa, recomiendo un enfoque que combina hábitos sencillos con herramientas más específicas:

  • Descanso reparador: dormir bien es la primera medicina para el sistema inmune.
  • Alimentación equilibrada: rica en verduras, frutas, legumbres, cereales integrales y grasas saludables.
  • Ejercicio moderado: caminar, nadar o practicar yoga ayuda a regular el cortisol.
  • Mindfulness y respiración: técnicas que bajan el nivel de estrés en cuestión de minutos.
  • Fitoterapia y suplementos: plantas adaptógenas como la ashwagandha o la rodiola pueden ayudar, siempre bajo supervisión profesional.

He comprobado que cuando un paciente incorpora estas prácticas poco a poco, la diferencia es clara: menos episodios de gripe, mejor ánimo y más energía para afrontar el día a día.

Estrés y sistema inmune y estilo de vida consciente

El estrés no se elimina con una pastilla. Es una invitación a replantearnos cómo vivimos. Gestionarlo no significa huir de nuestras responsabilidades, sino aprender a equilibrarlas con espacios de autocuidado.

En mi caso, integrar la meditación y reservar tiempo para actividades que me nutren (como leer, pasear en la naturaleza o compartir momentos de calidad con mi familia) ha sido clave para mantener mis defensas fuertes incluso en épocas exigentes.

Conclusión: cuidar el estrés es cuidar tus defensas

esta chica cuida su estrés y sistema inmune

La relación entre estrés y sistema inmune es una realidad científica y clínica: cuanto más prolongado sea el primero, más vulnerable se vuelve el segundo. La buena noticia es que podemos intervenir con hábitos, conciencia y apoyo profesional.

Mi recomendación es clara: no ignores las señales de tu cuerpo. El cansancio, los resfriados frecuentes o los problemas digestivos no son casualidad. Escucha lo que tu organismo te está diciendo y dale lo que necesita: descanso, buena alimentación, técnicas de relajación y, sobre todo, un estilo de vida que priorice tu salud.

Porque cuidar tu estrés es, en realidad, cuidar tu sistema inmune.ucho más que una moda: es una inversión en tu salud y en la del planeta. Mi consejo es claro: revisa lo que pones en tu piel, apuesta por fórmulas seguras y sé constante en su uso. Tu piel y tu cuerpo te lo agradecerán.

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